sábado, 11 de julio de 2009

ROSENDO FRAGA

CIUDAD DE BUENOS AIRES (NuevaMayoría). La derrota -sumada a la perdida del control del Congreso y la renuncia de Kirchner a la Presidencia del PJ- hacen posible una crisis de gobernabilidad en los dos años y medio de gobierno que restan. El de Cristina es el sexto período presidencial desde el restablecimiento de la democracia en 1983. La pre-presidencial -la elección que se realiza previa a la presidencial- siempre ha tenido alto impacto político. En las cinco realizadas hasta el 28 de junio, siempre quien fue derrotado perdió la presidencial siguiente, y quien triunfó, la ganó. De acuerdo a ello, está claro que el kirchnerismo difícilmente pueda recomponerse para ganar en 2011. Pero esta vez, a diferencia de los cinco casos anteriores, no está claro quien ganará por la división de la oposición. En los dos casos que el oficialismo ganó (Menem 1993 y Kirchner 2005), las consecuencias fueron importantes: en la primera el Presidente consiguió su reelección mediante el pacto de Olivos, y en la segunda pudo tomar el control del PJ al derrotar a Duhalde. En los tres casos de derrotas anteriores, en dos se perdió la gobernabilidad (Alfonsín en 1987 y De la Rúa en 2001), pero en una se mantuvo (Menem en 1997). A favor de evitar ahora una crisis de gobernabilidad, cabe señalar que cuando se logró, el peronismo estaba en el poder. Pero también es cierto que las dos veces que el Ejecutivo perdió el control del Congreso, como sucedió con Alfonsín entre 1987 y 1989 y De la Rúa entre 1999 y 2001, hubo crisis de gobernabilidad. La elección ha dejado planteada una crisis dentro del peronismo, del cual Kirchner ha decidido alejarse. Su renuncia a la Presidencia del PJ el mismo lunes 29 fue para evitar que Reutemann -quien queda ubicado como el presidenciable con más posibilidades en el peronismo- la reclamara públicamente con apoyo de los gobernadores. Ese mismo día comenzaron a alejarse los primeros legisladores de los bloques del oficialismo; al día siguiente, el ex gobernador de Santa Fe sostuvo que Scioli no debía permanecer a cargo del peronismo; Francisco de Narváez dijo que Hugo Moyano, quien sigue en la conducción partidaria, también tenía que irse, diciendo que Kirchner podría ir preso; el gobernador de Chubut (Das Neves) sostuvo que el kirchnerismo está terminado, tras reunirse con Scioli; aun un gobernador kirchnerista ganador, como Capitanich, dijo que Cristina debía reunirse con los gobernadores; en la CGT, dirigentes que apoyaron a Narváez -como Venegas- comenzaron a pedir la renuncia de Moyano, mientras que éste endureció el reclamo salarial de su gremio; por fuera del peronismo, el Vicepresidente Julio Cobos -que por ahora queda como el presidenciable en mejor posición fuera del peronismo- reclamó un cambio de gabinete. Es claro que la crisis dentro del PJ ya ha estallado. A su vez, el matrimonio Kirchner desconoce la derrota y elige radicalizarse, girando hacia Chávez y no hacia Lula. El mismo 29 de junio, Kirchner en conferencia de prensa minimiza la derrota, planteándola como un empate y horas después su esposa afirma que el kirchnerismo se ha impuesto en todo el país, agregando que en Calafate ganó con el 60%, sin mencionar que en realidad fue con el 57% y con 45% de ausentismo. Ella defendió el INDEC y dijo que no cambiaría el gabinete y así fue. La ministra de Salud había renunciado horas antes y el Gobierno lo aceptó para reforzar su alianza con Moyano, que la cuestionaba. En las horas sucesivas fueron rechazadas las renuncias del ministro de Planificación e Infraestructura (De Vido), el de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos (Aníbal Fernández) y el secretario de Comercio (Moreno), entre otros. Al hoy ex secretario de Transporte (Jaime) también le fue rechazada, pero él decidió alejarse, buscando eludir en los próximos días las 16 causas por corrupción que lo afectan, en momentos que la justicia da señales de independencia por la pérdida de poder del Gobierno y la oposición reclama la modificación en el Consejo de la Magistratura. Cristina dijo que quería a Pino Solanas de aliado -lo que éste rechazó- y no a Reutemann o Narváez; Kirchner hizo su primera aparición pública en una asamblea de Carta Abierta, un grupo de intelectuales de izquierda que apoya al kirchnerismo; el próximo 26 de julio presidirá una asamblea de los movimientos sociales (piqueteros y organizaciones de derechos humanos) que lo siguen apoyado, convocado entre otros por Luis D'Elía, y Cristina viajó a Centro-América junto con Correa y Lugo para participar del fracasado retorno de Zelaya a Honduras. Pero la oposición todavía no percibe que para la población la Gripe A ha pasado a estar antes que las elecciones y que este problema puede provocar una crisis de gobierno. El lunes se publicaba que los infectados eran 1587 y los muertos 26. Si bien no era la cifra de infectados y de muertes mayor del mundo, sí era la mortalidad más alta por infectado. Pero dos días después, el nuevo ministro de Salud (Manzur), sostuvo que los infectados habían pasado a ser 100.000, con lo cual la Argentina tenía más que todo el resto del mundo junto. Fue reprendido por la Presidente y los infectados bajaron a 2409, cuando los muertos alcanzan a 60. Es decir que en la semana posterior a la elección, los muertos e infectados se han multiplicado prácticamente por dos. El gobierno nacional toma algunas decisiones y los gobiernos provinciales y los municipios las que creen convenientes, pero sin una conducción nacional para enfrentar el problema (cuya gravedad es hoy incierta dada su evolución en los últimos días). Cristina en Centro-América, si bien quiso eludir la derrota, no advirtió que su ausencia al agravarse la Gripe A acentúa la imagen de que ella no gobierna.

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