sábado, 14 de marzo de 2009

Facundo Chaves Rodriguez

Aturdieron los políticos. Los favorecidos y los perjudicados hablaron del adelantamiento de las elecciones. Es claro que la decisión de Néstor y Cristina Kirchner tiene dosis equivalentes de lucidez y riesgo político. El oficialismo se fortaleció y la oposición se debilitó. Pero las consecuencias de la decisión recién se sabrá el día después de la votación.
A las 11.35 del viernes, antes que nadie, Infobae.com les informó a sus lectores y al país entero una decisión clave para el año político que queda por delante. Se sabía del fenomenal voltaje que la difusión que ese "dato" traería para el país. Y con la confirmación de Cristina Kirchner de la noticia, el mapa político cambió.
Independientemente de la valoración moral, con el anuncio el oficialismo quedó más fortalecido, al encolumnar a todo el PJ, inclusive algunos díscolos, como Reutemann, Busti y algunos dirigentes que reconocieron más o menos explícitamente el liderazgo de Eduardo Duhalde. Una fracción de la oposición, vía peronismo disidente y Macri, avaló; y la otra, la de la Coalición Cívica-UCR-Socialismo, quedó virtualmente en off side y masticando bronca.
Está claro que la decisión, de claro sello "nestorista", implica una revolución en el ámbito político que sólo dejará en pie a los que ya estaban parados. Pero no muchos se pusieron a pensar en el escenario que quedará el 29 de junio.
El gobierno se aseguró acortar los tiempos del desgajamiento político e institucional que estaba sufriendo al ritmo de los vaivenes de las bolsas del mundo. La fortaleza política que puede ganar a partir del 29 de junio, cuando termine la elección y se resuelva quién ganó puede ser inversamente proporcional a una derrota, sea esta más o menos digna.
El caso es que no cierran las cuentas dentro de las dos alianzas opositoras con mayores expectativas, la del PJ disidente y de la UCR-Carrió-Binner. La definición nacional sólo va a apurar la resolución de las pulseadas internas y, como se sabe, el que está apurado tiene más para perder que para ganar.En el PJ anti K, Felipe Solá quedo solo (valga el chiste fácil) frente a la aceptación que hicieron de la idea sus dos socios, que estaban mejor posicionados para la puja electoral: Macri y De Narváez. Es difícil que su rechazo pueda ser digerido y ese acuerdo político, que pretendía tener largo aliento, se está asfixiando.
En el espacio No PJ anti K, Carrió, Gerardo Morales y Binner no lograron cerrar acuerdos firmes aún, debido a las tensiones y recelos que aún existen entre el radicalismo y la Coalición Cívica, las dos agrupaciones de predicamento nacional y no potencialidad de ser un polo opositor con chances presidenciales.Con este escenario, el trámite legislativo que queda por delante -que tiene la frontera temporal clavada en el 28 de marzo- no sería demasiado complejo, aunque se deberá esperar la misma muñeca que tuvo el diputado Rossi (K) para lograr la aprobación de la demoníaca 125, y una cintura, que no tuvo en ese momento, del senador Pichetto (K), que parió al inefable Cobos.
Néstor Kirchner con la decisión de cambiar la fecha quedó en el centro de la cancha y ya es un candidato inevitable. Allí pondrá su cuerpo, encabece o no la lista a diputados por la provincia de Buenos Aires. Su victoria le dará aire al gobierno nacional para sortear una crisis que azota. Pero una derrota puede herir de muerte al proyecto nacional que se instaló en la Argentina el 25 de Mayo de 2003.
Con el adelantamiento de la elección, la política no será la misma. Pero la Argentina (casi seguro) sí. O puede empeorar.

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