sábado, 14 de marzo de 2009

Pablo Wende

La movida para adelantar las elecciones por parte del gobierno puede tener muchas lecturas políticas, pero el disparador es indudablemente la creciente debilidad económica. Luego del flojísimo arranque de 2009 y con un deterioro indudable de los superávit gemelos (se achicaron tanto el fiscal como el comercial), es obvio que los efectos en la población comenzarán a sentirse con más fuerza a partir de ahora. Y hasta fines de octubre, la fecha inicial de los comicios legislativos, la acumulación de bronca y decepción entre los que resultarán directamente afectados por la crisis puede resultar muy grande. Aunque parezca increíble, en el momento en que se debían redoblar esfuerzos para amortiguar la debacle internacional, los funcionarios y políticos argentinos deberán dedicarle el 90% de su tiempo a la batalla electoral. ¿Quién se ocupará de los crecientes problemas de la gente, empresarios y consumidores?
Si los recursos no sobran, sino todo lo contrario, entonces es mejor que lo que se gaste sea lo más rápido y concentrado posible. El plan electoral incluirá no sólo un gran desembarco con recursos en la provincia de Buenos Aires, sino promesas de todo tipo para los gobernadores amigos. Claro que en época de vacas flacas siempre resultará preferible que las prebendas se prolonguen durante dos o tres meses que tener a los distintos mandatarios amenazando por los medios con salirse del bloque oficialista si no reciben los fondos comprometidos.Los problemas de caja que se empezaron a vislumbrar en el arranque de 2009 se volverán más pesados a medida que arranque el año. Las retenciones no tendrán un repunte significativo, básicamente porque la cosecha de este año es menor a la del año anterior y porque el promedio de los precios internacionales sigue deprimido, aunque la soja salió del piso de los 300 dólares la tonelada. Pero otros impuestos tampoco acompañan: el IVA ya comenzó a sentir las consecuencias de un menor consumo y es probable que también se derrumbe el ingreso de impuesto a las Ganancias, ya que las empresas tuvieron resultados significativamente más bajos el año pasado.Con todo, la Casa Rosada podría conseguir un poco de aire justamente en los próximos tres meses, es decir en todo el período preelectoral, siempre y cuando las elecciones se pasen finalmente para el 28 de junio. Uno de esos motivos es que a partir de mediados de abril y hasta fines de mayo es "temporada alta" para el ingreso de divisas, ya que se produce la liquidación de la cosecha de soja. Este ingreso de dólares le daría un respiro al gobierno, ya que podrían aumentar las reservas y el Banco Central estaría en condiciones de inyectar pesos en el mercado. Al mismo tiempo, en mayo cae la liquidación anual de Ganancias, con lo que resulta un mes extraordinario en recaudación y superávit fiscal. No hace falta demasiada astucia para concluír que esos recursos serán volcados en su totalidad a los requerimientos de la campaña.Desde este punto de vista, la ventaja de adelantar las elecciones es doble. Por un lado se evita que los distintos distritos (como gobiernos provinciales y municipales) presionen durante casi todo un año para conseguir más recursos y, por otra parte, se aprovechan los meses de mayor abundancia para dedicarlos a los distritos más complejos electoralmente. Por supuesto que la provincia de Buenos Aires figura, por lejos, primero en la lista de los que resultarían beneficiados en el reparto.Para la segunda mitad del año las complicaciones ya son mucho mayores. Los grandes vencimientos de deuda caen a partir de agosto: ese mes el gobierno deberá juntar 3.000 millones de dólares para pagar el vencimiento de capital anual de BODEN 2012 y en diciembre vencen 2.500 millones de dólares que corresponden al pago de los cupones PBI. Por lo tanto, si sobra algo de la caja tendría que destinarse a estas obligaciones. En cambio, el cronograma de vencimientos se encuentra más bien despejado en la primera parte del año.En cuanto a la evolución económica, sólo el INDEC cree que está bajando el desempleo, que disminuye la pobreza y que la actividad continúa en expansión. Si todas las variables se encontraran tan favorablemente alineadas, no se explica el apuro del gobierno por adelantar nada menos que cuatro meses las elecciones. Sólo la sensación de que el deterioro puede ser mucho mayor que el que se produjo hasta ahora puede explicar semejante movimiento. Es mejor votar sólo con los primeros efectos palpables de la crisis encima que cuando ya no queden dudas de que el 2009 será por lejos el peor año para el gobierno de los Kirchner, al menos desde el punto de vista de la economía.Los efectos de la crisis internacional ya se sienten en todo el mundo y nada hace pensar que la Argentina será la excepción. SI bien a diferencia de Brasil se trata de un país con menor apertura, con lo que la caída del comercio a nivel mundial impacta menos, igual siente los efectos de la falta de crédito y, sobre todo, de inversiones, se harán sentir con fuerza en los próximos meses. El gobierno se preocupó de evitar una ola de despidos a fines de 2008 y principios de 2009, pero se trató de una tregua frágil con las empresas. Las compañías industriales no dejaron de suspender personal o de otorgar vacaciones adelantadas, en todos casos con una reducción salarial. Aún el nivel de empleo no tuvo un deterioro significativo, pero las PYME -donde abunda el trabajador en negro- son la cadena más débil del eslabón. Resulta difícil pensar que los empresarios podrán enfrentar caídas muy fuertes en los niveles de venta sin ajustar el personal.El adelantamiento electoral también podría darle mayor margen de maniobra al gobierno para algunas salidas que hoy lucen impensadas. Por ejemplo, un acercamiento con el FMI. Sin posibilidad de acceder a los mercados, y sin poder contar con la billetera fácil de Hugo Chávez, conseguir un préstamo a tasas bajas del Fondo podría resultar imprescindible. Pero no puede pensarse en esta salida "ortodoxa" en medio de una batalla electoral. Pero antes que esta alternativa se transforme en realidad, los países que integran el G-20 deberán reformular el rol del organismo, con la idea de una supervisión más amigable a los países que accedan a sus programas de ayuda financiera. El presidente del Banco Central, Martín Redrado, y el ministro de Economía, Carlos Fernández, estuvieron ayer en Londres en una de las reuniones preparatorias del G-20 en la que se están discutiendo estas reformas. La cumbre de presidentes, con la presencia de Cristina de Kirchner, será el 1 y 2 de abril en la capital británica.Semejante adelantamiento de plazos electorales, por otra parte, pasa a un segundo plano cualquier otra discusión. Está en juego nada menos que la continuidad del kirchnerismo y la posibilidad de que Néstor Kirchner pueda volver a convertirse en candidato presidencial. En este contexto, desaparece la pelea en el Congreso por una baja de las retenciones que impulsa el campo. Si el resultado es favorable para la oposición, será posible realizar estas modificaciones, pero recién aputando al 2010. También se diluye cualquier intento por sortear la crisis con medidas económicas serias y que vayan al fondo del asunto. En el año de enorme complejidad, la Argentina se dará el lujo de embarcarse en una gran batalla electoral. Y si hay crisis...que no se note.

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