sábado, 14 de marzo de 2009

Roman Lejman

A las siete de la mañana Néstor Kirchner se subió a la cinta de la Quinta de Olivos para diseñar la estrategia de su última jugada política: adelantar las elecciones legislativas de octubre y quebrar una agenda que complicaba al gobierno de Cristina Fernández.
Cinco horas más tarde, cuando Kirchner ya estaba rumbo a Chubut junto a la presidenta, todo cambió como había previsto. La oposición sólo hablaba de los próximos comicios, que serán el 28 de junio.
La inseguridad, los reclamos del campo y la renuncia del fiscal Manuel Garrido habían desaparecido abruptamente de los medios de comunicación.
La decisión de adelantar las elecciones fue asumida por Néstor y Cristina Kirchner hace una semana. Las encuestas con la intención de voto de Kirchner y la compleja situación económica terminaron por convencer al matrimonio presidencial.
En la provincia de Buenos Aires las encuestas le dan cerca del 35 por ciento al ex jefe de Estado, seguido de cerca por Francisco De Narváez.
Siete plagas. En cuanto a la economía, Cristina sabe que tendrá que ir al Fondo Monetario Internacional para obtener dólares frescos, y no puede hacerlo en plena campaña electoral. Sería mucho costo para su esposo candidato bonaerense, tras haber afirmado durante años que el FMI era una de las siete plagas.
Para que los comicios sean el 28 de junio, el Congreso nacional debe sancionar una reforma al Código Electoral.
La iniciativa será enviada por Cristina a comienzos de semana y la intención es que sea tratada el próximo jueves en la Cámara baja.
Si se tiene en cuenta a los legisladores oficialistas, los peronistas disidentes y al PRO, Néstor y Cristina habrán coronado una jugada política diseñada en la soledad de Olivos.
Este movimiento kirchnerista no sólo provocó movimientos internos en el oficialismo, sino también en la oposición.
Macri y Francisco De Narváez aceptaron la movida oficialista, porque ellos querían elecciones unificadas para traccionar votos en Capital Federal y provincia de Buenos Aires con la buena imagen que tiene la vicejefa porteña, Gabriela Michetti.
Felipe Solá, en cambio, rechazó la propuesta de la jefa del Estado. Y tiene su lógica: ahora le quedan diez días para decidir si acepta las condiciones impuestas por De Narváez o busca otro destino político.
Mensaje de texto. El anuncio de Cristina en la patagónica Chubut también tomó por sorpresa a la Coalición Cívica. Elisa de Carrió está de viaje y se enteró por un mensaje de texto que el escenario electoral había cambiado para siempre.
Tras recuperarse de la sorpresa, Carrió decidió que había que oponerse al nuevo calendario político. Es que la Coalición Cívica apostaba al desgaste del gobierno, y en esta estrategia, los comicios en octubre encajaban perfecto.
A todo esto, y mientras el vicepresidente Julio Cobos afirmaba a la salida del Senado que otra vez iba a votar en contra de una iniciativa clave de la Quinta de Olivos, Néstor y Cristina Kirchner ya estaban en El Calafate diseñando la lista de candidatos a diputados de la provincia de Buenos Aires.
Si no hay cambios de último momento, Kirchner encabezará la lista en el principal distrito de la Argentina.
El ex presidente quiere que su candidatura a diputado sea la base de una campaña a nivel nacional, aunque sabe que esta posición es resistida en silencio por la mayoría de los gobernadores oficialistas.
De poco servirá: Kirchner está juramentado a ganar las elecciones y no permitirá una opinión en contrario. El ex presidente, como siempre lo hizo, jugará a todo o nada.

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